ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Aunque la denominación habitual de la obra es “Retablo del Descendimiento”, realmente, la escena que se representa es la que se viene a denominar “Llanto sobre Cristo muerto”. Este pasaje, que forma parte del ciclo de la Pasión, se intercala entre el Descendimiento del cuerpo de Jesús de la cruz -al que sigue la “deposición” sobre la piedra de la unción- y el de su Traslado al sepulcro o Santo Entierro. La escena, por tanto, narra el momento en que rodean al cuerpo yacente de Cristo, prorrumpiendo en lamentos y sollozos, la Virgen María, San Juan, las santas mujeres, José de Arimatea y Nicodemo.
Lo cierto es que este episodio no aparece referido en los Evangelios, encontrando su origen en la literatura mística. De hecho, es desconocido para el arte cristiano primitivo, no apareciendo hasta el s. XII. No obstante, tanto en los Evangelios Canónicos como en el apócrifo de Nicodemo se narra como José de Arimatea enterró el cuerpo de Jesús, pero no hay alusión a las lamentaciones de su Madre ni de sus seguidores, porque los mismos textos dicen que “se mantenían a distancia, viendo estas cosas” (Lc 23,49).
Si bien, en la Edad Media, el tema focalizaba el dolor de la Madre por la muerte de su Hijo, el arte de la Contrarreforma dio a esta escena un nuevo significado, en el que la Virgen ofrece a su hijo en holocausto, lo que hace preludiar el sacrificio de la Misa. Por lo tanto, es un tema muy emotivo, fruto de la piedad popular, que concentra la atención en el drama de la Pasión y la contemplación amorosa y doliente con sentido realista y conmovedor, muy apropiado para la decoración de una capilla funeraria, como es el caso que nos ocupa.